¿Sabes convencerme?

Sin equipaje, sin ideas, sin gracia ni palabra, sin nada, sin moverme… He venido a que me expliques por qué el sol se ve verde desde aquí.

Dos veces loca

«No lo sé. No entiendo nada». Esta ha sido mi frase preferida en estos últimos cuatro días. Una vez más, el viento ha dado un cambio brusco y me ha revuelto la melena. Todo el viaje desenreda que te desenreda. Ya estoy de vuelta, y el enredo, conmigo.

Es hora de acabar con todo. ¿Cómo?

¡Yo alucino!

Últimamente tengo una fuerza de atracción sobrenatural: atraigo a los seres callejeros más insolentes. Pero el de ayer se lleva la palma y, para suerte vuestra, no tengo foto. De camino a casa me detuve a mirar el escaparate de una zapatería. Súbitamente, una voz oscura y desconocida trepó por mi espalda hasta el oído y me dijo: «¡hola! ¡Eres muy positiva!».

Al girarme, mi palidez la asustó y yo me sentí más cobarde que nunca. ¿Cómo es posible tener miedo a nada? A punto de pillarme una pataleta inconsolable, vi que no era una alucinación, sino un enano descarado. Esto me pasa por mirar más allá y descuidar los zapatos que desgasto hoy. 

Me lo creo todo

Presiento que por fin algo bueno me va a pasar.

Soy desconfiada por naturaleza pero, a partir de hoy, he decidido que voy a creerme todo lo que me digan. Incluso si un loco me dice que ha patinado sobre hielo negro. Estoy convencida de que esta estrategia me hará más feliz...