domingo, 22 de febrero de 2009

¡Tú tendrás estrellas que saben reír!

No sé por qué razón llevo un tiempo intentando recordar un pequeño pasaje que me encantó la primera vez que leí El Pincipito...  ¡Espero que os guste!
   –La gente tiene estrellas que no son las mismas. Para unos, los que viajan, las estrellas son guías. Para otros, no son más que lucecitas. Para otros, que son sabios, son problemas. Para mi hombre de negocios, eran oro. Pero todas esas estrellas no hablan. Tú tendrás estrellas como nadie las ha tenido. 
   –¿Qué quieres decir? 
   –Cuándo mires al cielo, por la noche, como yo habitaré en una de ellas, como yo reiré en una de ellas, será para ti como si rieran todas las estrellas. ¡Tú tendrás estrellas que saben reír!
   Y volvió a reír. 
   –Y cuando te hayas consolado (siempre se encuentra consuelo) estarás contento de haberme conocido. [...] Y abrirás a veces tu ventana, así..., por placer... Y tus amigos se asombrarán al verte reír mirando al cielo. Entonces les dirás: «Sí, las estrellas siempre me hacen reír», y ellos te creerán loco. 

jueves, 19 de febrero de 2009

Maldición

El Señor Tiempo es el hombre más descarado de la Tierra. Hace mucho que lo pienso y, al fin, se confirman mis sospechas.
 Le he pillado in fraganti sacudiendo un manto de polvo y arrugas, así, porque le apetece. Sin preguntar.   

martes, 17 de febrero de 2009

Identifícate

No sé muy bien quién soy en realidad, nunca lo supe y menos todavía ahora. Pero sé de sobras quién quiero ser. 
El caso es que nadie se preocupa por saber quién eres, sino más bien quién no eres. Me conocen como «Nadie», pero estoy preparada para ver el mundo a través de otros ojos. 
De todos, salvo los mios.

miércoles, 11 de febrero de 2009

¡Esto sí es discreción!



Envidio a la luna. Se lo tiene que pasar pipa viendo cómo a sus pies millones de bichejos hacen el ridículo día tras día. 
Aún así, tiene la cortesía de ocultarse cuando le entra la risa tonta.

domingo, 1 de febrero de 2009

¡Taxi!


Nunca me ha apasionado eso de levantar estilosamente la mano para parar un taxi. Más bien, me aterra. Por lo general, los taxistas de la gran ciudad andan destalentados y, a menudo, dudosos de sí mismos. 
Sin embargo, existe un lugar mágico donde los taxis son fiables, y eso que no tienen cierre centralizado ni cinturón de seguridad. Pero aunque no lo parezca, son los más seguros de este planeta. Basta con ver sus panorámicas salidas de emergencia creadas para salvarte del típico taxista enajenado. Eso sí, cuidado con las consecuencias.