Pánico 4.9

Sueño que viajo en un tren desastroso, quieta sobre un cacharro de hojalata que avanza perezoso por los raíles. También esos negros, muy sucios. Allí voy, como todos los días, esta vez he madrugado mucho porque voy sentada. El cacharro se detiene sin reparo, otra avería, siempre hay problemas -pienso- y extrañamente ni me inmuto. Al instante un temblor seco, el tren descarrila precipicio abajo y al despertar descubro que, efectivamente, a veces los sueños se hacen realidad. ¡Horror!

De bobos

[En la escuela, primera conversación (en público) entre mi nuevo colega y yo]

- Usted es española, ¿qué es lo que más echa de menos de su país?

- La gente, sí, sí, la gente. Los españoles somos mucho más abiertos, vaya... nuestro carácter es diferente, tenemos menos problemas de comunicación.

- ¡Ya! ¿Cuánto tiempo lleva usted aquí?

- Pues exactamente dos años, seis meses y diecinueve días.

- Ah... no es poco. ¿Y qué le parece la comida? En Italia se come bien, ¿eh?

- Sí, se come bien, pero todavía no soy capaz de comer pasta todos los días...

- Ah, señorita, ¡esa actividad requiere mucha, mucha práctica! ¡No querrá saber hacer de todo!

Love is our resistance

Hoy me persigue dondequiera que voy,

y sin quererlo evitar: canto.

L(unes)ight

Este lunes me esperaba lo peor, y en cambio me aburro. Hoy es un día light: ni una sola nube, poco trabajo, pereza, soledad y silencio en mi casa. Intuyo que se trata de una tregua, un somnoliento estado de transición hacia la era bélica que tal vez sí empiece mañana.

Somos nuevos

Queridísimos: se acabó lo que se daba. Eso mismo decía mi abuela cuando se terminaba lo bueno. Esperemos que el porvenir nos traiga mucho ruido y pocas nueces.

P.D. Aquí se terminó mi 11. Y ¿tú? ¿dónde estuviste?