Sin querer, he encontrado un lugar recóndito en el que las paredes están escritas con textos de verdad. Con letra clara, en un solo color y con uso de razón... ¡lástima que la humedad se haya
Como recompensa por vuestro regalo de cumpleaños he adoptado a Flora, una oveja muy linda. Jose, tú que sabes de esto, aplícate el cuento. Los demás, más de lo mismo. Es muy simple, sólo necesita caricias, así que espero que cada día, cada uno de vosotros le pase el ratón por el lomo para que bale contenta y feliz.
A veces, retrocedo como los cangrejos y me creo que tengo
siete años. Entonces, me dirijo al rincón secreto (que todavía existe) y empiezo a pedir deseos, uno detrás de otro, convencida de que no son nada del otro mundo y que, por lo tanto, enseguida se harán realidad. Creo en la magia porque sin ella me aburro.
Las palabras que nacían sin quererlo ella misma, como flores silvestres que no hay que regar, eran las que más le gustaban, las que le daban más felicidad, porque sólo las entendía ella. Las repetía muchas veces, entre dientes, para ver cómo sonaban, y las llamaba "farfanías". Casi siempre le hacían reír. -Pero ¿de qué te ríes? ¿Por qué mueves los labios? -le preguntaba su madre, mirándola con inquietud. -Por nada. Hablo bajito. -¿Pero con quién? -Conmigo; es un juego. Invento farfanías y las digo y me río, porque suenan muy gracioso. -¿Que inventas qué? -Farfanías. -¿Y eso qué quiere decir? -Nada. Casi nunca quieren decir nada. Pero algunas veces sí.
Caperucita en Manhattan. Carmen Martín Gaite
Apadrina una palabra
Reserva de Palabras es un espacio virtual dedicado a la lengua, que intenta mantener vivas las palabras que han caído en desuso y los términos que los hablantes encuentran amenazados por la pobreza léxica, los extranjerismos o los eufemismos. Os invito a visitar www.reservadepalabras.org y a reservar vuestra palabra favorita. Yo elijo bártulos, me parece ¡tan útil!