El viento no deja de cambiar, me lleva y me trae, y mientras me paseo no hago más que quejarme. Por suerte voy aprendiendo a hacerlo íntimamente, sin mover los labios, y confieso que a veces la malicia me relaja.
1 comentario:
Raquel
dijo...
Todo está de cambio. Dicen que a veces los cambios son para bien,ojalá. Tu no te relajes y entre ida y vuelta no dejes de peinarte.
Las palabras que nacían sin quererlo ella misma, como flores silvestres que no hay que regar, eran las que más le gustaban, las que le daban más felicidad, porque sólo las entendía ella. Las repetía muchas veces, entre dientes, para ver cómo sonaban, y las llamaba "farfanías". Casi siempre le hacían reír. -Pero ¿de qué te ríes? ¿Por qué mueves los labios? -le preguntaba su madre, mirándola con inquietud. -Por nada. Hablo bajito. -¿Pero con quién? -Conmigo; es un juego. Invento farfanías y las digo y me río, porque suenan muy gracioso. -¿Que inventas qué? -Farfanías. -¿Y eso qué quiere decir? -Nada. Casi nunca quieren decir nada. Pero algunas veces sí.
Caperucita en Manhattan. Carmen Martín Gaite
Apadrina una palabra
Reserva de Palabras es un espacio virtual dedicado a la lengua, que intenta mantener vivas las palabras que han caído en desuso y los términos que los hablantes encuentran amenazados por la pobreza léxica, los extranjerismos o los eufemismos. Os invito a visitar www.reservadepalabras.org y a reservar vuestra palabra favorita. Yo elijo bártulos, me parece ¡tan útil!
1 comentario:
Todo está de cambio. Dicen que a veces los cambios son para bien,ojalá. Tu no te relajes y entre ida y vuelta no dejes de peinarte.
Que no son maneras...
Besos.
Publicar un comentario