jueves, 5 de agosto de 2010

Erik Satie

En Milán llueve. Mucho, y el cielo dice que hoy no para. Cumplir con lo previsto es motivo de fiesta, pero hoy celebro otra cosa. La ciudad pinta un delirio de agua. En la Galería, las señoras se cobijan en negocios de alto standing mientras centenares de turistas malditos guerrean por meter los pies bajo los soportales y disparar una foto quien sabe a qué. En el centro del lienzo aparece servidora y algún otro loco cruzando la balsa que mancha la plaza; hay incluso quien lo hace sobre ruedas, pero dejemos el privilegio a los veteranos de la bici.

Por un instante, fui reina bajo la lluvia:
yo
nostálgica
prestando oídos a esta deliciosa melodía...

5 comentarios:

Estela dijo...

¡¡Qué bonita!!.

La lluvia siempre trae suerte y nuestra suerte eres tú.

Un saludo.

sonia dijo...

¡Estela! ¡Bonita! ¿Dónde has estado? Se te echaba de menos por estos lares...

Estela dijo...

De vacaciones, pero que sepas que me he puesto al día y lo he leido todo, todito, todo...

Y como dices en un antiguo post...
progresas adecuadamente.


:)

Anónimo dijo...

Y el agua discurre poco a poco, lenta, por el cauce del arroyo, escondida bajo esa sabana de cielo verde hacia un lecho de profunda oscuridad.El sonido de sus cascabeles dibujan en el aire el mejor de los sueños imposibles, te diluyes entre mis dedos , te pierdo, te vas. Jors

Iván. dijo...

Cuando vienen a mi memoria recuerdos pasados, al imaginarlos, al revivirlos, percibo mucho más nítidos los olores que sonidos, imágenes, sabores o texturas.

Y uno de mis preferidos, es el perfume de la tormenta que se avecina, mientras el cielo se tiñe de plomo. Y el de las primeras gotas que susurran el prólogo de esa historia tantas veces narrada y nunca repetida.

Besinos Princesa de Purpurina.